El enfrentamiento con Perón antes de su muerte, la militarización de la organización, y el posterior pase a la clandestinidad, dejo a la de militancia de superficie sin políticas de desarrollo y mucho menos con estrategias de crecimiento. El “ninguneo” político sufrido por los compañeros que desarrollaban su militancia en el Territorio, en el ámbito Sindical, en el Estudiantil o el Social, termino minando la base popular que tiempo antes se había acumulado con sumo esfuerzo.
Muchos compañeros en desacuerdo con la estrategia seguida por la conducción se abrían de la organización, en otros casos, las bases dejaban de sentirse conducidas y contenidas por las políticas ordenadas desde la cúpula de Montoneros. Sea como fuera la circunstancia, los espacios que no se podían conducir desde la comandancia, ya totalmente militarizada, en la clandestinidad y lejos de la realidad concreta, se destruían sin miramientos.
Así comenzó el aislamiento de Montoneros como organización política, así se frustró el laburo y el sueño de miles y miles de compañeros, así se dejó de hacer política junto al Pueblo Peronista, así se dejaron gran cantidad espacios políticos que luego fueron ocupados por otros sectores del Movimiento Peronista.
La conducción política es un arte que se aprende; el liderazgo en cambio, es una condición natural en algunos hombres y mujeres. La militancia de base se forja en la convicción, la lealtad y la voluntad de lucha. Cuando un compañero, sea este Líder, Conductor o Militante de base, cae en la soberbia y el iluminismo político, siempre existe una posibilidad de reencausarlo si se practica la cura Doctrinaria. Pero cuando la soberbia y el iluminismo se mezclan con miserias y patologías personales el final siempre es el mismo: la defección a la causa de Perón y Evita.
“Lo que no se puede conducir hay que destruirlo”. Hay “taras históricas” que parecen repetirse en algunos compañeros que incapaces de hacerse cargo de responsabilidades especificas, con mucha soberbia y una conducta iluminista, pretenden destruir las organizaciones que no pueden conducir. La historia nos enseña que estas aventuras terminan en miserables “kioscos políticos” que con el tiempo cierran, al no poder pagar sus deudas.
La convicción, la lealtad, la voluntad de lucha y las organizaciones con conducciones legitimadas por sus integrantes como el MPB, siempre pueden más que las veleidades individualistas. Estamos en tiempos de Revolución Peronista, y no hay lugar para distraernos con las “taras históricas” de quienes miran el mundo desde su propio ombligo: si este tiene pelusa, el mundo es sucio; si por el contrario al ombligo lo tienen limpio, el mundo es bello.
Esto nos lo enseñó Perón y con él vamos a cumplir.